miércoles, diciembre 13, 2006

Diablitos Violetas y Negros con Gaudí

Pero siguió el día, y llegamos a la catedral de la Sagrada Familia. "Bajaos en la estación de subte y ¡dad vuelta en forma súbita!" Ver la catedral creada por Antoni Gaudí de golpe es cómo encontrar que el cafe de la esquina está al pie de una enorme montaña. La inacabada obra será terminada en 2050, calculan los optimistas.

El catalán se inspiraba en las formas de la naturaleza, y una exposición en el subsuelo así lo demuestra. Las columnas son cómo ramas de árboles invisibles, que en vez de copas sostienen el techo. Todo está en obra. Y las torres son como esas que hacía de chico en las costas del océano Atlántico con arena mojada. Y los pasillos son finitos e infinitos, y desde arriba se ve la ciudad entera y las calles arboladas y la rica primavera. Y las gárgolas te miran mientras bajas.

Abajo, un grupo de teatro / muga callejero de niños juega a los diablitos negros y violetas, con máscaras y fuego y rítmos paganos. Y chicos que evitan la oficina, y chicas con aros en la lengua y en las cejas. Se sacan sus fotos paganas y divertidas, con la iglesia inconclusa de fondo.

Todo huele a gasolina y libertad. Incluso la Iglesia.

jueves, agosto 24, 2006

El Montjuic

El otro día nos encontró con un desayuno temprano y la extraña sensación de incredulidad ante este hecho tan cierto como extraordinario: estamos en Barcelona. Este sentimiento se repetiría los primeros días de la travesía.

Bajamos temprano por La Rambla hacia el Meditarráneo. En el camino encontramos a dos parejas de argentinos bailando el tango motivados --seguramente- por el tipo de cambio favorable.

El destino de esa mañana era el Montjuic, el monte que domina el horizonte sudoeste de Barcelona y desde cuya cima ofrece una vista increíble de la ciudad, su puerto y el inmenso mar Mediterráneo. Allí esta el Castelo, fortaleza medieval que se mantiene en perfecto estado, que contiene un museo militar y que supo ser cárceles de prisioneros políticos durante la dictadura de Francisco Franco.

En el museo, demasiadas cosas del generalísimo para mi gusto. Y también de 'sus amigos': entre las medallas pueden encontrarse algunas que tienen la cruz esvástica tallada en el metal. Son pocas, pero si se las busca bien se las encuentra.

Son de voluntarios españoles que pelearon con la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, en el frente ruso.

Es la historia, que viene hablando.
Como buena fortaleza, el Castillo está en lo alto de la montaña, y desde su techo se puede ver el puerto y la increíble cantidad de conteiners de todos los colores prolijamente apilados y ordenados cerca del mar.

Las playas --al menos las más turísticas- están fuera del alcance de la vista, pero puede verse perfectamente la Barceloneta. En el patio central se exhiben varios cañones de ese color verde que toma el bronce con el tiempo.

El Montjuic también tiene el Estadio Olímpico y todo el complejo creado para las Olimpíadas de 1992. Todavía parece nuevo. Se destaca la Torre de las Comunicaciones, del arquitecto Santiago Calatrava, el mismo que en Puerto Madero hizo el Puente de La Mujer.

El Museo de Arte de Catalunya es espectacular... por afuera. Seguro que por dentro también, es sólo que no tuvimos tiempo. Quedaría para otro día u otro viaje.

martes, agosto 15, 2006

Las horas en el Barri Gotic

El Barri Gotic (fotos en Flickr) es una de las partes más encantadoras de Barcelona. Y como dije alguna vez, es recomendable perderse voluntariamente por sus intrincadas calles curvas y sus baldosas irregulares.

La vida del barrio varía --como en todos- con el correr de las horas, y lo vimos a todas.

Temprano por la mañana abren los negocios y pasan los camiones de limpieza, que dejan todas las calles como si recién hubiera pasado un temprano aguacero.

Hace frío y la gente va a sus trabajos.

Al mediodía, se llena de turistas de todo tipo que van a ver la parte vieja de la ciudad, las torres romanas que guardaban el ingreso a la vieja ciudad de Barcino, tal el nombre cuando mandaba el comercio y los romanos en toda la costa del Mediterráneo. Los turistas pueden elegir alguno de los bares que sacan las mesas afuera, en las famosas terrazas españolas.

Para ver el pasado romano, nada mejor que ir al Museo Histórico, emplazado en un viejo edificio en cuyo subsuelo pueden verse ruinas de la ciudad romana, entre ellas una tintorería, una bodega dónde se almacenaba vino y restos de la antigua muralla que marcaba el límite de la ciudad. El recorrido se termina en la Plaza del Rei, típica plaza europea medieval sin árboles. Desde adentro del Museo se puede ver hacia afuera, dónde varios niños juegan a la pelota esquivando turistas concentrados en sus mapas y guías.

En Barcino, "el hijo de un liberto podría llegar a magistrado". Algo así como que el hijo de un cartonero llegue a diputado. Me quedo pensando.

Cuando llega la tarde, la gente se vuelve hacia La Rambla o hacia dónde quiera que vaya. En la Plaza de Saint Jaume --dónde está el edificio de la Generalitat- la gente espera a otra gente como en tantas plazas del mundo después del trabajo. El sol cae tarde y el día se hace largo y los bares se llenan de gente que bebe y sale de tapas con compañeros del trabajo. No se ven trajes en esta parte de Barcelona.



Cuando cae la noche, salen las almas descarriadas de la madrugada y los turistas angloparlantes en plan de vacaciones. Olfatean a alguno de los cientos de bares escondidos al final de los callejones del barrio, promocionados algunas veces por argentinos en busca de su agosto.

El movimiento es rítmico: a medida que pasan las horas y los bares, el próximo destino se encuentra por el ruido del movimiento de la gente. Y así se llega a un bar que luce orgullosamente en sus paredes posters de David Bowie y Ian Curtis, y pasa la música acorde a ello.

O a oscuros sótanos en dónde cuelgan jamones de los techos y dónde corre el vino y la risa en iguales cantidades.

Por la noche uno se guía de oído: los mapas no combinan bien con las cervezas y la madrugada.

Cuando llega el silencio, la ciudad te llama a dormir.

Y se vuelve tranquilo y contento a su cama.

viernes, julio 28, 2006

El Mercado y la Gente

El primer día en Barcelona fue un brillante día soleado, con alemanes ocupando las mesas de las rambla, japoneses moviéndose en grupos y norteamericanos comiendo en Mc Donalds.

Una de nuestras primeras paradas fue el Mercat de St Josep o la Boquería. Es un sitio que todo amante del buen vivir debería visitar una vez en la vida. Frutas de todos los colores, jamones de todas los rincones de España y frutos del mar que están en los mostradores moviendo las patas al rítmo del murmullo propio de la hora del almuerzo.

(El Mercat, al ladito de la Rambla)

Estuvimos recorriendo el mercado un largo rato.

Supongo que es un buen lugar para conocer el espíritu de un pueblo: les aseguro que no es para nada parecido un mercado alemán que uno catalán. Los gritos de mostrador a mostrador lo indican; los pedidos en catalán y la gente hablando del universal tema del fútbol. "Guapo, ¿que quieres?". Eso, en Suiza no se consigue.

Finalmente, al término de un largo día y tras la caminata y el jet lag, caímos en un típico bar de tapas a la española. Nos sentamos en la barra (dónde los precios son más baratos) y pedimos una caña --cerveza de vaso largo y fino- y un "bocadillo" de tortilla española. El mismo consiste en dos tapas de pan, y en el papel del "crudo y queso· propio de Buenos Aires se lleva las palmas la tortilla española, con ají, arbejas y --obviamente- papas.

A la tercer palabra con la mesera, la pregunta se hizo ineludible. "¿De dónde sos?", dije. "De Buenos Aires", dijo. Marcela está hace un mes en Barcelona. Llegó como turista de vacaciones y decidió quedarse por un mes y medio. Ya llevaba en ese entonces tres meses corridos en tierras ibéricas, y por ahora no quiere irse. Dotada de "papeles", en 10 días consiguió trabajo, y Barcelona "la atrapó". Francamente, no puedo decir que me sorprenda en absoluto.

Ver Fotos de Flickr

miércoles, julio 26, 2006

Arrivo a Barcelona

Salimos en el vuelo 1980 de Aerolíneas Argentinas, si la memoria no me falla. Llegamos al Aeropuerto de Barajas bien tempran por la mañana y Madrid nos recibió con un día soleado.

Pero la ciudad de Sabina quedaría para el final del viaje, ya que inmediatamente nos tomamos un vuelo de Span Air hacia Barcelona. Allí llegamos alrededor de las 11.

El Aeropuerto tiene una gigantesca escultura de Botero, un caballo. Lo pasamos cuando íbamos a tomar el bus hacia Plaza Cataluña, desde dónde iríamos a buscar el hostel en el que nos quedaríamos al menos la primer noche. Ideal Youth Hostel es el nombre del bulo que teníamos reservado.

Caminar por la rambla de Barcelona en dirección al mar es ver a la ciudad toda en pocos minutos, con su gente alegre de todos los colores, sus puestos de diarios y el ambiente festivo en las terrazas de los bares. Y a la alegría natural del español se le sumaba el reciente triunfo del Barça sobre el Arsenal en la final de la Champions League.

Flor de fiesta se habían hechado los catalanes pocas horas antes. El festejo todavía duraba en las innumerables banderas del Barça y de Catalunya colgadas de los viejos balcones.

"Calle Unió 12" era la dirección. Era difícil pasarse: a una cuadra del Hostel está la bajada Liceu del subte y el mismo Liceu, que sabran quienes estuvieron, no pasa fácilmente deapercibido. Pero estábamos tan asombrados que con mochila y todos nos pasamos y casi llegamos hasta el mar.

Vimos --de lejos- el monumento a Colón sobre la Avenida Paseo Colón.

Pero la Casa Rosada no estaba a nuestras espaldas.

lunes, julio 24, 2006

Primeras opciones

Recorrer Europa con poco presupuesto pero días disponibles es un proyecto arriesgado.

¿Cómo hacer para no quedarse sin un duro en el medio de la travesía, lejos del punto de retorno (léase de dónde sale el avión de vuelta)?

Se nos presentaban dos opciones para resolver el dilema. O bien planeábamos antes de viajar todo al pie de la letra o solucionabamos de antemano el tema de los traslados en el contienente.

La primera opción hasta podía ser más económica, con los vuelos de bajo costo a través de aerolíneas como Easy Jet o Ryan Air, los viajes largos dentro de Europa son más que posibles.

Pero optamos por la segunda, y sacamos el famosísimo Eurail Pass, un boleto múltiple de tren que permite viajar en 18 países de la Unión Europea. Elegimos por la opción Flexi Saver, por lo que teníamos 15 días de viajes para utilizar en dos meses. Así, podríamos ir para dónde se nos antoje y quedarnos cuanto queramos dónde se nos de la real gana.

Con eso decidido, un amigo periodista me recomendó un texto panegírico del Eurail Pass escrito por uno de los mejores periodistas que dio Argentina al mundo: Germán Sopeña. El libro: La libertad es un tren.

Pronto iríamos en busca de ella, con el libro en la mochila y "la idea en el corazón".

Pero faltaba --al menos- planear burdamente la ruta de la travesía.

Ideas locas

¿Alguna vez quisiste que el mundo te entre por los ojos y respirarlo como si fuera aire?

Dicen que con una mochila y en Europa eso es más fácil.

De este proyecto quedé embarazado en una simple tarde de enero frente al mar (sabés que te la debo, ¿no?).

Y la criatura nació en dos semanas en las que un amigo y yo nos encontramos ante un hiatus laboral que se podía llenar con búsqueda de truculentos empleos de 9 to 5 (you wish!).

Pero salió esto.