viernes, julio 28, 2006

El Mercado y la Gente

El primer día en Barcelona fue un brillante día soleado, con alemanes ocupando las mesas de las rambla, japoneses moviéndose en grupos y norteamericanos comiendo en Mc Donalds.

Una de nuestras primeras paradas fue el Mercat de St Josep o la Boquería. Es un sitio que todo amante del buen vivir debería visitar una vez en la vida. Frutas de todos los colores, jamones de todas los rincones de España y frutos del mar que están en los mostradores moviendo las patas al rítmo del murmullo propio de la hora del almuerzo.

(El Mercat, al ladito de la Rambla)

Estuvimos recorriendo el mercado un largo rato.

Supongo que es un buen lugar para conocer el espíritu de un pueblo: les aseguro que no es para nada parecido un mercado alemán que uno catalán. Los gritos de mostrador a mostrador lo indican; los pedidos en catalán y la gente hablando del universal tema del fútbol. "Guapo, ¿que quieres?". Eso, en Suiza no se consigue.

Finalmente, al término de un largo día y tras la caminata y el jet lag, caímos en un típico bar de tapas a la española. Nos sentamos en la barra (dónde los precios son más baratos) y pedimos una caña --cerveza de vaso largo y fino- y un "bocadillo" de tortilla española. El mismo consiste en dos tapas de pan, y en el papel del "crudo y queso· propio de Buenos Aires se lleva las palmas la tortilla española, con ají, arbejas y --obviamente- papas.

A la tercer palabra con la mesera, la pregunta se hizo ineludible. "¿De dónde sos?", dije. "De Buenos Aires", dijo. Marcela está hace un mes en Barcelona. Llegó como turista de vacaciones y decidió quedarse por un mes y medio. Ya llevaba en ese entonces tres meses corridos en tierras ibéricas, y por ahora no quiere irse. Dotada de "papeles", en 10 días consiguió trabajo, y Barcelona "la atrapó". Francamente, no puedo decir que me sorprenda en absoluto.

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miércoles, julio 26, 2006

Arrivo a Barcelona

Salimos en el vuelo 1980 de Aerolíneas Argentinas, si la memoria no me falla. Llegamos al Aeropuerto de Barajas bien tempran por la mañana y Madrid nos recibió con un día soleado.

Pero la ciudad de Sabina quedaría para el final del viaje, ya que inmediatamente nos tomamos un vuelo de Span Air hacia Barcelona. Allí llegamos alrededor de las 11.

El Aeropuerto tiene una gigantesca escultura de Botero, un caballo. Lo pasamos cuando íbamos a tomar el bus hacia Plaza Cataluña, desde dónde iríamos a buscar el hostel en el que nos quedaríamos al menos la primer noche. Ideal Youth Hostel es el nombre del bulo que teníamos reservado.

Caminar por la rambla de Barcelona en dirección al mar es ver a la ciudad toda en pocos minutos, con su gente alegre de todos los colores, sus puestos de diarios y el ambiente festivo en las terrazas de los bares. Y a la alegría natural del español se le sumaba el reciente triunfo del Barça sobre el Arsenal en la final de la Champions League.

Flor de fiesta se habían hechado los catalanes pocas horas antes. El festejo todavía duraba en las innumerables banderas del Barça y de Catalunya colgadas de los viejos balcones.

"Calle Unió 12" era la dirección. Era difícil pasarse: a una cuadra del Hostel está la bajada Liceu del subte y el mismo Liceu, que sabran quienes estuvieron, no pasa fácilmente deapercibido. Pero estábamos tan asombrados que con mochila y todos nos pasamos y casi llegamos hasta el mar.

Vimos --de lejos- el monumento a Colón sobre la Avenida Paseo Colón.

Pero la Casa Rosada no estaba a nuestras espaldas.

lunes, julio 24, 2006

Primeras opciones

Recorrer Europa con poco presupuesto pero días disponibles es un proyecto arriesgado.

¿Cómo hacer para no quedarse sin un duro en el medio de la travesía, lejos del punto de retorno (léase de dónde sale el avión de vuelta)?

Se nos presentaban dos opciones para resolver el dilema. O bien planeábamos antes de viajar todo al pie de la letra o solucionabamos de antemano el tema de los traslados en el contienente.

La primera opción hasta podía ser más económica, con los vuelos de bajo costo a través de aerolíneas como Easy Jet o Ryan Air, los viajes largos dentro de Europa son más que posibles.

Pero optamos por la segunda, y sacamos el famosísimo Eurail Pass, un boleto múltiple de tren que permite viajar en 18 países de la Unión Europea. Elegimos por la opción Flexi Saver, por lo que teníamos 15 días de viajes para utilizar en dos meses. Así, podríamos ir para dónde se nos antoje y quedarnos cuanto queramos dónde se nos de la real gana.

Con eso decidido, un amigo periodista me recomendó un texto panegírico del Eurail Pass escrito por uno de los mejores periodistas que dio Argentina al mundo: Germán Sopeña. El libro: La libertad es un tren.

Pronto iríamos en busca de ella, con el libro en la mochila y "la idea en el corazón".

Pero faltaba --al menos- planear burdamente la ruta de la travesía.

Ideas locas

¿Alguna vez quisiste que el mundo te entre por los ojos y respirarlo como si fuera aire?

Dicen que con una mochila y en Europa eso es más fácil.

De este proyecto quedé embarazado en una simple tarde de enero frente al mar (sabés que te la debo, ¿no?).

Y la criatura nació en dos semanas en las que un amigo y yo nos encontramos ante un hiatus laboral que se podía llenar con búsqueda de truculentos empleos de 9 to 5 (you wish!).

Pero salió esto.